Volver

Han pasado algo más de veinticuatro horas desde mi regreso, y me encuentro ciertamente desubicado. No salió un buen día en Valencia, tampoco hoy, pero la lluvia aquí, que siempre me ha gustado, me parece ahora fea y triste. Compartí un bocadillo de lomo con queso en un área de servicio. Algo tan normal como eso y ya era el enésimo detalle que me hacía sentir extraño. El paisaje, las voces de la gente, la luz del día, los coches conduciendo por la derecha. Apenas he dormido porque no me he adaptado a una cama en la que llevaba durmiendo más de veinte años. Ayer pasé bastantes archivos del portátil al ordenador y hoy acaban de hacer el camino inverso porque ahora me siento raro utilizándolo. De hecho sigo escribiendo en el portátil porque ya he renunciado a entenderme con un teclado normal. Incomprensiblemente he pasado más frío en mi casa esta noche que en una ciudad donde suele haber diez grados menos. No sé qué pasa, no me encuentro muy a gusto. He interrumpido momentáneamente el Erasmus que me ha tenido los últimos tres meses en Cardiff (Wales, UK), llevo apenas un día en Valencia y he pasado todo ese tiempo con un único pensamiento en mi mente.