Sacrificio

Si ya de por sí es raro verme despierto, al menos ahora en verano, a las diez de la mañana, que me levante a las ocho es de lo más excepcional. Para alguien que por madrugar entiende salir de la cama antes del mediodía, algo así solo puede deberse a dos cosas: F-1 o gimnasia artística.

Ya tenía dieciséis años cuando empecé a seguir en serio la gimnasia, en los JJOO de Sydney. Desde entonces, y siempre que he podido, he estado pendiente para ver al menos los Mundiales y por supuesto los JJOO de Atenas. En este caso el horario era el idóneo, e incluso en Sydney dentro de lo que cabe la coincidencia era buena, pero como podéis imaginar no sucede lo mismo en otros lugares como California (Anaheim, en 2003) o en Pekín ahora mismo. Igualmente con la F-1 no hay problema cuando corren en Europa, mientras que en Australia, Malasia, Japón o China hay que hacer un esfuerzo para verlo aquí en España.

Pero algo que nunca me ha importado, y esto va por los dos deportes, es madrugar o acostarme más tarde, o sencillamente no hacerlo, para poder verlos en directo o en el mínimo diferido posible. Algo que no hago desde luego por el fútbol (aunque no suele hacer falta) y que, que yo sepa, no hago de hecho por ningún otro motivo salvo los Oscar, una noche al año. En realidad que más quisiera que la gimnasia artística fuera tan seguida como la entrega de los premios del cine o las carreras de F-1, porque en estos casos, al menos, sé seguro cuándo son y a qué hora, cómo y en qué condiciones podré seguirlos. Dentro de lo que cabe, las facilidades y la información es mucho mayor. Seguir un deporte tan minoritario, sin embargo, añade el extra de dificultad de enterarte tarde y mal y si te enteras, de rezar para que lo hagan en la tele (en La 2, claro) y que sea a la hora que indican los teletextos.

No es fácil en absoluto para el aficionado de la gimnasia poder ejercer como tal, hoy he dormido dos horas y media y me esperan cinco días parecidos, al menos de levantarme inusualmente temprano. Sé que para mí valdrá la pena, porque esto es algo que me gusta de verdad y por lo que estoy dispuesto a sacrificar tiempo, medios y sueño para disfrutar de unas horas escasas con el eterno riesgo de que corten de repente para pasar a otro deporte. No lo cambio por nada y de hecho tengo ganas de que sea mañana de nuevo.

He madrugado para ir a clase o para trabajar, y me he acostado a las tantas por irme de fiesta. Eso lo hemos hecho todos, pero creo que esto es lo que hago con mayor satisfacción. Y vosotros, ¿por qué otras cosas habéis pagado este precio?