Al día siguiente de que ETA asesinara de nuevo, guardaron, en el instituto, cinco minutos de silencio, justo al mediodía, según es habitual. La profesora de Valenciano, una facha de cuidado, pero facha valenciana, o sea, facha moderna, facha a lo alcaldesa, en fin, de esas que parece que no pero sí, esta mujer, decía, parecía determinada a cumplir dicho silencio. La clase acababa en breve, así que invitó a salir, si lo deseaban, a los alumnos, mientras ella permanecía sentada como quien se arrodilla en las iglesias.
Omar fue el primero en salir, no fuera la profesora a arrepentirse de esos minutos de regalo. Entre el clásico murmullo de fondo habitual en una clase, le siguieron unos cuantos: los subnormales del chándal, que se fumaban vivos. Las pijas, para su clásica reunión en el baño. Los aspirantes a comunistas, que obviamente no podían empatizar con algo tan poco rojo como un guardia civil. Todos recogían y se iban. Sonia se sentaba ese día con Lola:
- Realmente es una tontería... como si fuera a servir de algo -dijo-. Ya no le van a devolver la vida al picoleto.
- Entonces -preguntó Lola-, ¿nunca has ido a una mani? Porque más o menos es igual. Tampoco suelen servir para nada.
- Ya, y por eso no voy -fue al menos consecuente Sonia.
Salieron. Lola tenía en alta consideración la inteligencia y el sentido común de su amiga Sonia. No podía culparla por pensar así, ya que ni ella misma tenía una postura claramente definida respecto a lo que significa "servir" o "valer" en estos casos.
- Quizá tengas razón -dijo al fin-, aunque creo que no se hace con ningún objetivo. Quizá solo para recordarnos que seguimos vivos, que seguimos pensando, que seguimos protestando. Algo hay que hacer, ¿no?
- Sí. Para empezar, yo me voy a casa. Mañana te veo -se despidió Sonia.
Lola se acercó a Omar y Glaucón, que estaban en un banco.
- Tíos, no lo entiendo -les espetó-. Parece que a nadie le importe una mierda lo que ha pasado.
- Ya -dijo Omar-. Es que a nadie le importa una mierda. No te preocupes, la semana que viene ni te acordarás.
- Creo que tienes razón.
De vuelta a casa, Lola vio frente a un edificio oficial de a saber qué, a un numeroso grupo de campesinos con carteles de "Por nuestros campos" y cosas por el estilo. Ellos sí se reivindicaban. Pero no eran más valientes o comprometidos que sus compañeros de clase, únicamente en el asunto les iba el traer o no el pan a casa. Pensó que no se puede hablar de lo que de verdad importa y lo que no, porque todo depende de lo que afecte a nuestra vida. Lo otro está bien para discursos políticos, pero al final lo que cuenta es lo que nos toca de cerca.
- Corro peligro -pensó- de convertirme en hippie; o en gótica, que es peor.
Por primera vez en todo el día, sonrió ante la ocurrencia.
Un clásico vapuleado, el salmorejo
Hace 2 semanas
8 comentarios:
Si Lola y sus compañeros fueran franceses que pensarían? LOL
Lola es genial, cada vez me gusta mas. Y como me recuerdan esas conversaciones a cuando era mas jovencita.
Yo creo que las pijas deberían haberse quedado, como buenas hijas de todo conservador.
Las manis e ir a la iglesia como un acto de fe... Esto me da que pensar.
Si Gandhi lo consiguió pq nosotros no??? En fin, ya me lo había imaginado, pero ahora lo acabas de confirmar. Somos de la misma ciudad o al menos región. Saluda al mediterráneo de mi parte xiquet.
;)
Siempre me han puesto a parir quienes hablan de los grandes males del mundo y acusan a los demás de no prestarle atención, cuando en realidad ellos se olvidan justo después de hablar de ello. Sólo reaccionamos de verdad cuando nos toca de cerca.
Me encanta Lola.
Jo... estoy enamorada de Lola xD
Como sabes, me gusta esta chica. De momento me parece bastante inteligente.
¿Hacemos un club de fans? :P
(Y yo no hago reuniones en el baño en los recreos o al terminar las clases jajaja)
Normalmente, es la desidia de la gente la que le lleva a considerar que todo da igual, que no sirve de nada hacer las cosas bien con los demás o guardar un minuto de silencio cuando se produce una injusticia. Y está mal. Porque ese silencio tiene la utilidad no de recordarnos que estamos vivos, sino de hacernos entender que hay cosas que son inconcebibles, que no podemos dejarnos derrotar por la desolación que nos produce entender que hay quienes no están dispuestos a vivir de acuerdo con aquella máxima de haz con los demás lo que esperas que hagan contigo. Aunque resulte utópico, hay que intentarlo o, al menos, creer en ello.
Dicen que sólo existe aquello en lo que crees.
En cuanto a mi post, sí, ser suspicaz es muy estresante. Siempre hay algo que desgranar en las actitudes y palabras de los interlocutores. Sin embargo, aunque sea así, aunque esto funcione de la manera que he descrito, también tengo en cuenta el otro lado de la moneda, lo que se hace porque se siente. Por eso digo al final que los hechos siempre son más fiables que las palabras. Por decir, cada uno puede decir lo que quiera, pero se agradece cuando lo que se dice está recubierto de sinceridad y no es necesario mirar más allá :)
Un beso.
Ahora no me pondré a replicar si sirve de algo ir a las manis. Cada uno tiene un punto de vista, unos principios y se guían por ellos
Publicar un comentario