Éire

Connolly ni siquiera podía mantenerse en pie. Estaba mortalmente herido, pero las autoridades querían darse el gustazo de fusilarlo, como a mí, como a otros catorce valientes. Le sentaron en una silla, le amarraron, y le acribillaron, como a mí, como a otros catorce valientes.

Muchos más murieron antes. No sé cómo empezó todo, solo sé que acabó antes de empezar. Era una buena idea, no porque pudiera haber sido exitosa, sino por lo que significaba, por lo que luchábamos. Queríamos la independencia de un reino del que no nos sentimos parte, de un reino al que no pertenecemos. Pero MacNeill nos traicionó, y si teníamos alguna opción de victoria murió ese domingo. Pese a todo, el lunes, un lunes de Pascua, nos hicimos con el control de varios edificios clave de Dublín y proclamamos la República Independiente de Irlanda.

Connolly insistía en que un gobierno capitalista, como el británico, jamás atentaría contra sus propiedades. Qué equivocado estaba. A los tres días ya estábamos atrincherados en la Oficina Central de Correos, con gran parte de la ciudad hecha añicos por la artillería británica, y el sábado terminamos por rendirnos, sabedores de que lo único que conseguiríamos de otro modo sería aumentar nuestras bajas.

Me fui contento. Pudimos haberlo hecho mejor, es cierto, o tal vez aquel fue el único modo. Nuestro sacrificio fue la primera piedra de un largo camino para la independencia de Irlanda. Hoy ya no debemos vasallaje a ningún rey. Hoy somos libres.

************************************************************
La semana del 24 al 30 de abril de 1916 se produjo en Irlanda, más concretamente su capital, Dublín, el llamado Alzamiento de Pascua. Y yo me voy a esta misma ciudad, nunca más británica, en pocas horas. Nos leemos el viernes. :-)