De haberlo sabido

No habría sido distinto. Muchas veces nos torturamos con los "y si...", ¿y si hubiera dicho que no?, o ¿y si hubiera aceptado esa invitación? Es en vano, cuando tomamos una decisión lo hacemos por algo, lo hacemos por todo nuestro pasado, por todas las decisiones que ya hemos tomado a lo largo de nuestra vida y nos han convertido en lo que somos. Así, ante cada nueva disyuntiva, en realidad no somos libres, en realidad ya hemos decidido, solo que aún no lo sabemos. Y cuando se presenta ante nosotros decimos que sí, o que no, o blanco o negro o gris. Y creemos que hemos elegido libremente, pero lo cierto es que aquello que elegimos lo elegiríamos siempre. Si pudiéramos viajar en el tiempo y volver a aquellos puntos en que tomamos decisiones, todas y cada una de las veces escogeríamos la misma opción, porque los mismos factores que nos hicieron elegirla la primera vez son los que nos harían elegirla doscientas.

Podríamos decir incluso que ya hemos tomado decisiones del futuro, hemos contestado preguntas que aún no nos han formulado. No importa, avanzaremos por nuestro camino hasta llegar a ese punto, y entonces, a pesar de lo que creemos, solo habrá una respuesta posible.

Le sucedió a Clara. Ella aún no lo sabe, pero está a punto de citarse con el chico equivocado. He intentado avisarla, le he dejado señales, pero no importa, porque su vida la ha llevado hasta aquí, y no hablo del destino, hablo de la personalidad. Ahora ya es tarde, ahora ya es la persona que siempre tomará esa decisión, desde que rechazó aquel caramelo de fresa a los cinco años, desde que culpó a su hermana de haber roto el jarrón a los ocho, desde que se declaró a Luis a los doce, desde que optó por las lentillas a los dieciséis, desde que quiso que la llevaran a casa una noche triste a los veinte, desde entonces esta es Clara, la misma Clara que, aunque coja el coche en vez de la moto, vaya de azul y no de rosa, se tomé un café o una cerveza, conocerá al chico equivocado.