11/11/07

Ghost Ship

La mañana del 12 de julio de 2007 reapareció en aguas internacionales, a solo unas millas de distancia de su última posición conocida, el María Narcissa, carguero portugués bajo bandera filipina con el que se había perdido contacto dos semanas atrás. Encontraron al barco, pero no así su tripulación. El equipo de rescate, improvisado por dos médicos y otros oficiales del buque japonés que constató el hallazgo, fue reconociendo compartimento por compartimento del María Narcissa en el más inquietante de los silencios, sin hallar rastro alguno de vida -o de muerte- a bordo.

En las dos semanas que estuvo desaparecido, se especuló con frecuencia sobre el destino y el paradero del María Narcissa. Había quienes afirmaban que habían sido engullidos por una tormenta perfecta, y los más audaces defendían que cayeron víctimas de piratas modernos, por aquello de buscar la explicación razonable, aunque hay tanta leyenda tras los barcos desaparecidos que el sentir generalizado iba más por otros derroteros. De haber ocurrido algunos siglos atrás, la nave simplemente se habría perdido para siempre, tal vez bajo las fauces de algún monstruo submarino. Si hubiese sucedido en el Triángulo de las Bermudas, el barco bien podría estar perdido en algún universo paralelo.

Pero no era así. El María Narcissa desapareció la madrugada del 28 de junio, 90 km al suroeste del canal de Panamá. No saltó ninguna alarma, no pidió auxilio. No navegaba el famoso triángulo, ni pudo perderse en aguas aún ignotas. Y apareció, dos semanas después, sin aparentar ataques, animales o corsarios, ni un desgaste propio del transcurrir de los años de un viaje por el tiempo. Paradójicamente, este nuevo conocimiento no tranquilizó a las masas. De algún modo, el ser humano parece preferir explicaciones sobrenaturales a la ausencia de cualquier tipo de explicación.

Cuando el gobierno de Perú supo del tipo de carga que portaba el carguero -armamento militar-, empezó a atar cabos. El menguante movimiento de liberación llevaba unos días sin manifestarse y su líder no había reivindicado la autoría de ningún nuevo atentado. Obviamente esta información jamás trascendió a la prensa, de ahí que el caso del carguero portugués haya servido para seguir alimentando la leyenda. En caso contrario, la verdadera explicación de la desaparición de toda la tripulación del María Narcissa habría estado al alcance de ser sospechada por el gran público.

Claro que no habrían preferido creer que la Agencia de Seguridad Nacional había dejado a un solo hombre de elite en alta mar para abordar el barco y, uno por uno, eliminar y tirar por la borda a los guerrilleros peruanos, recuperar información clasificada y desaparecer, esta vez de verdad, como una sombra en la noche del Pacífico, antes que cualquier otra historia menos heroica y más trágica, más acorde con su manera de ver la vida. Porque a veces es más fácil creer lo increíble que lo real.

4 comentarios:

Kane dijo...

Es cierto. Las historias de barcos fantasma tienen algo que atrapa.

Maël Radec dijo...

Y esta en concreto ha molado muuuucho, en especial la parte de la inspección del barco...

Harianna dijo...

Y a veces lo increible acaba por no sorprenderte.

Davife dijo...

Me recuerda a un libro que leí de desapariciones de este tipo.