24/8/10

Сталинград (II) [R]

Leer primero: Сталинград (I)

18 de noviembre de 1942. Aguantado el ataque alemán durante dos meses, el ejército soviético prepara ahora una contraofensiva que decidirá el futuro de Stalingrado. Yo permanezco casi completamente ajena al devenir de la guerra. La devoción que siento por el camarada Stalin es muy inferior a la excitación que me provoca esta caza sin fin. Cuento en mi haber más de cien bajas enemigas, aunque el ritmo ha sufrido una importante variación descendente estas últimas semanas en que exclusivamente me he dedicado a matar francotiradores, en mucho menor número. La facilidad, sin embargo, ha permanecido constante.

Excepción hecha de una incómoda herida en el hombro, cabe señalar que no he encontrado digno rival entre mis adversarios. Digo esto sin presunción, pues no me considero especial por ello: no creo tener mejor puntería que nadie, ni ser más inteligente. Es una cuestión de instinto, de saber elegir siempre el mejor lugar, de ser un poco más paciente que el otro, de tener una pizca de suerte. Sea por lo que sea, siempre los pillaba desprevenidos, ausentes o equivocados, mirando a otra parte, buscando el peligro por la izquierda cuando el proyectil los taladraba por la derecha. Uno, dos, cien.

Es un número ridículo comparado con el total de un solo día. Me han dicho que ya no mueren cuatro mil soldados soviéticos a diario y eso es bueno. Quedará gente para convertir estas ruinas de nuevo en una ciudad, si es que finalmente nos la quedamos. Paradójicamente o no, cuanto más aguante el bando que caiga, quienquiera que sea, peor es para la ciudad. Las fuerzas se han equilibrado ahora, aunque la esperanza de vida de nuestros soldados sigue siendo de un día. Un día.

Y yo llevo tres jugando al gato y al ratón con una persona a la que no conozco. Es un francotirador distinto a todos los demás que he conocido, a todos los demás que he eliminado. Se mueve rápido, no permanece demasiado tiempo en ninguna posición aunque no la revele con un disparo. Nunca está donde le espero, por eso sigue vivo, y afortunadamente yo no estoy donde él cree, tampoco. Me gustaría ponerle una cara, saber cómo es, aunque sé que cuando eso suceda habré ganado. Hasta entonces sigo aguardando mi momento.

Estoy en un edificio que se conserva mejor que la mayoría. Los apartamentos están abiertos y saqueados por los alemanes, aunque en realidad es igual de probable que fueran los rusos quienes los allanaran. Las camas, aunque desechas, están enteras, y se pueden encontrar latas de conserva en las despensas. He puesto granadas de alambre en la entrada, aunque ni siquiera así me siento más segura. Me muevo de piso en piso y de lado a lado para obtener una visión más completa. Las ventanas dan a la plaza de la universidad, que parece una sopa de letras en la que busco incesantemente el más mínimo movimiento. Volodya, penúltimo efectivo de la primera unidad, lleva dos días tendido en la plaza. Es frustrante verlo ahí, casi perfectamente camuflado entre los restos de un Kübelwagen, y no poder hacer nada por recuperar su cuerpo.

Los ataques de la Luftwaffe son mucho menos frecuentes que al principio, pero distingo inequívocamente las explosiones que se acercan poco a poco a mi posición. Aferro con fuerza mi Mosin-Nagant y pego la espalda a la pared, con la esperanza de que este edificio no esté en la trayectoria de las bombas. Supongo que él pensará lo mismo, con la ironía añadida de poder caer bajo fuego amigo. Espero. Cada vez más cerca. Espero. El infierno se desencadena y la universidad es alcanzada de lleno. Espero a que se asiente el polvo. Cuando lo hace, espero. Subo un piso y cambio de ventana. El tiempo parece no pasar. Es un modo de vida. Espero.

Por fin me asomo, siempre detrás de mi rifle, para comprobar el estado del campo de batalla. La universidad ha desaparecido y gracias a ello puedo ver el edificio que había detrás. En ese instante advierto que análogamente desde ese edificio es visible ahora el mío, y una premonición, tal vez profesional, me lleva a pensar que así como yo estoy aquí mi enemigo puede estar allí. Es entonces cuando lo noto, ese mínimo movimiento, imperceptible al ojo humano. Apunto y le veo, ahora le veo, ahora sé cómo es. A diferencia de mis víctimas, yo miro a la muerte cara a cara.

Caigo de espaldas por el impacto y me llevo la mano al cuello. El disparo es limpio. Me ha seccionado una carótida sin tocar la tráquea ni el esófago. Será cuestión de un minuto. No puedo evitar sonreír: por fin he encontrado a alguien a la altura. Una dulce inconsciencia se va apoderando de mí. Mañana cumplía veintiún años.

32 comentarios:

barbaria dijo...

No podía ser de otra manera, los finales felices son escasos en tiempo de guerra.
Genial como siempre, X.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Creo que es una historia que podríamos trasladar a nuestra vida diaria.
Siempre tenemos que estar alerta del francotirador enemigo, no sea que esté mas atento y listo que nosotros mismos como ha pasado en este caso.
Magnifico mi Comandante.
Un abrazo

Yyrkoon dijo...

Final predecible para una historia narrada con maestría. Fantástico. Lo mejor que te leo desde hace bastante tiempo, te ha quedado niquelada.

MFe dijo...

No podía terminar de otra forma....

Final trágico para muchos y feliz para ella....

Muy bueno!

Leticia dijo...

Digno final, con un digno adversario, como ella merece.

Anónimo dijo...

Me ha atrapado de principio a fin, esta vez el final era predecible, me ha encantado !

Besos !

Lía dijo...

Yo tambien creo que se puede adaptar a la vida de uno, me encanta el matiz de que la muerta este orgullosa del enemigo, se podría decir que se a dejado matar porque sarna con gusto no pica... le encuentro alguna vuelta más, pero creo que me la quedo para mí... xD
Gracias por despertar mis neuronas, llevo seis horas esperando a que se desperecen!
Besotes

Pio dijo...

Joerr apoteósico final. Muy bueno

besetss

Vértigo dijo...

segunda parte a la altura de la primera.

Simone Marie dijo...

Uff que asfixia transmite el texto, el estar escondido esperando el momento adecuado para disparar, que no te vean, qu eno te oigan..

Alguien como ella debía encontrar un igual, tarde o temprano tenía que pasar.

Besos

Anónimo dijo...

Una pena el final... pero estupendo. :)

Yopopolin dijo...

¿Cuando vuelve el blog de vacaciones? xD
Es el lado malo de seguirte desde hace tiempo... :S

dEsoRdeN dijo...

Al menos murió feliz

Enrojecerse dijo...

mejor así que estar caminando entre ventanas rotas y cuerpos rotos.

Rara Avis dijo...

Noooo.... vaya... quería más...

Está genial.... muy buena conclusión... muy bien escrito...

Abrazos...

Abbie dijo...

Creo que era un final esperado para muchos; si es que en tiempos de guerra uno nunca sabe cuándo exactamente, pero sí que está cerca el final.

Sally dijo...

Muy bien escrito. Oye, uniendo varios de estos relatos podrías conseguir un relato corto para presentarlo a algún concurso. Quizás merecería la pena.
Un saludo

Arien dijo...

Yo me voy a quedar con el post anterior, me gustaba más un final feliz. Aunque supongo que este es el inevitable.
Un besazo!

Uma dijo...

Esto era lo que esperaba en el anterior, pero así da pie a ponerse en lugar de ella, de identificarse algo más...me encanta!
besos

Alice dijo...

A mí también me parece uno de tus mejores relatos. En serio, ¿no te planteas escribir un libro de relatos cortos?

Un beso

Merche Owl dijo...

Tus textos me inspiran. Muy bien ambientado aunque el final era predecible, (personalmente me lo esperaba más trágico xDDD)

"No creo tener mejor puntería que nadie, ni ser más inteligente. Es una cuestión de instinto, de saber elegir siempre el mejor lugar, de ser un poco más paciente que el otro, de tener una pizca de suerte. "
Eso... ^^ Me ha encantado

Marta dijo...

En cuanto tenga un poco de tiempo te leo de arriba a abajo, de momento ya he llegado que no es poco.

Besacos

Marta

Girl From Lebanon dijo...

Se parece a esas pesadillas que se repiten una temporada...es angustioso...

Bss!!! un placer leerte de nuevo...;)

Sandra dijo...

No tengo mucho tiempo para leer ahora las dos partes morenito mio. Paso a saludar y a ver si me entero de algo, uyssssss uyssssss que bonito es el amor y yo que me alegro ;)

Besetes!.

Su dijo...

jo...der...

tishta dijo...

o también me quedé con las ganas de saber cómo era...aunque para acabar así, mejor no saberlo, no?
me ha gustado esta también, daría para una novela entera
un abrazo

matifs

Cleo dijo...

Joo acabo de volver y me encuentro este pedazo de relato...muy bueno pero un poco triste...

Mil besos guapo

Claire dijo...

Si es que la pobre ya se había convertido en una máquina de matar.. pobrecilla. Por lo menos, al tomárselo cómo un juego no sufría tanto..
Una histora genial y escrita genial.
Un abrazo y encantada de leerte de nuevo.

Susana dijo...

Me dejas de piedra X... genial, de verdad. Vaya narración, dedícate!

Pilar Abalorios dijo...

el frio se cuela entre tus líneas

Simplemente Beuka dijo...

Madre mia casi me habia olvidado de que tus relatos son magnificos...brillante...tengo los pelos de punta.

Calvarian dijo...

Muy bueno. Felicidades. Stalingrado dio para muchas historias como esta.
Es difícil ponerse en la mente de un francotirador, o lo eres? jejeje
Saludos