Escribí este relato en verano de 2007, para un pequeño concurso de un foro en el que final y tristemente solo participamos dos personas. Debía estar protagonizado por usuarios de dicho foro y por ello es que los nombres tal vez os resulten extraños (o familiares, o extrañamente familiares), había pensado en cambiarlos pero cambiaría otro millón de cosas (ni que decir tiene que, como todo lo que uno escribió hace tiempo, me gusta más bien poco) de modo que más bien lo reharía por completo y, como sé que eso nunca lo llevaré a cabo, he optado por dejarlo tal cual fue concebido hace casi año y medio.
En cuanto mis ojos se cruzaron en el camino que con decisión seguían las piernas de aquella mujer, o estas entraron en mi campo de visión, como quiera que sucediese, supe que ese no iba a ser un día más. ¡Oh, amable lector! Usted ya sabe de lo que le hablo. Cabello azabache por debajo de los hombros, senos generosos firmemente entallados en un vestido de satén rojo con plumaje negro, y esas piernas en rejilla negra, negras las uñas, los ojos, y los zapatos, de tan alto tacón como el vaso que albergaba mi scotch, y negras las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Me enamoré.
Como hombre dedicado a las letras que soy, esa joven despertó en mí un instantáneo interés casi periodístico. Cuántas veces he agradecido a quien corresponda las oportunidades que ofrece el haber nacido caballero.
- "Perdone, señorita, ¿no precisará de este pañuelo de seda?", la intercepté.
- "Oh, sí, muy amable", me dijo, y mientras se acercaba mucho a mí, me embriagué de su perfume.
- "No puedo imaginar qué injusto infortunio puede hacer llorar a una mujer tan hermosa" –continué, mientras la conminaba a conservar mi pañuelo-, "Ni qué lleva a una joven como usted a un antro como este".
- "Me temo que la vida no me ha tratado demasiado bien últimamente", sonrió, ya más tranquila. "Pero no quiero aburrirle con mis tonterías".
- "Oh, por favor, mi señora, no me turbe con su humildad. ¿Qué hombre en su sano juicio desdeñaría la oportunidad de tener una amigable charla con tal prodigio de la naturaleza? Deme al menos su nombre, le suplico, para que pueda susurrarlo el resto de mis noches". Definitivamente seguía en plena forma.
- "Lana" –me dijo, tendiéndome una mano que no dudé en besar. "Lana Hump".
- "Piacere" –compuse, con mi mejor (e inexistente) acento siciliano-, "Mas apostaría mi caro traje que no nació con ese nombre tan rotundo, ¿me equivoco?"
- "Observo que es usted muy perspicaz, caballero, y aprovecharé para contestarle otra pregunta: trabajo aquí. Ello me lleva a un antro como este". Y lo dijo con cierto cinismo, haciéndome notar que yo era parte de la clientela que, en el mejor de los casos, no parecía disgustada de estar en el local.
En ese preciso momento advertí una maligna presencia cerca de la barra, en un rincón, confundida en la oscuridad del club. Aquel hombre llevaba una extraña capucha y permanecía al acecho, no nos quitaba el ojo de encima. Me sentí incómodo al instante, escrutado, tanto como para interrumpir la conversación y compartir mis súbitos miedos con mi jovial interlocutora que, contra todo pronóstico, pareció muy divertida por la situación.
- "¿Ese?" –rio-, "No tema, se trata de Sidious, el dueño. Obviamente es usted nuevo en la ciudad. Si lo desea les presento, aunque no veo qué pueda querer él de usted, ni usted de él, salvo que busque adquirir bienes de contrabando".
- "¿Contrabando?" –dije, enarcando una ceja-. "¿De qué me habla?".
- "Oh, vamos, no finja conmigo. Tiene usted cara de haber comprado antes cosas… ya sabe, ilegales. Y en más de una ocasión, apostaría". La chica tomaba súbitamente el mando de la conversación.
- "Bueno, bueno, eso es mucho decir" –contesté, a la defensiva-. "¿Acaso no teme hablarme tan a la ligera de este tipo de operaciones?"
- "Mi madre siempre me decía que era demasiado confiada… supongo que los hechos que hoy han acaecido no hacen sino darle una vez más la razón" –me dijo, sollozando, y acto seguido volvió a precisar de mi pañuelo.
- "Vamos, tranquila, sea lo que fuere ya pasó. Entonces, ¿asumo que Lana Hump es su nombre de guerra? ¿Cómo es que ha acabado de cabaretera?"
- "Circunstancias de la vida, como suele decirse. No es tan malo, aquí soy muy conocida y los hombres me adoran" –me dijo, remarcando esto último.
- "Y no es para menos" –díjela yo, que aprovechaba cada ocasión para llevarla a mi terreno-, "E imagino que conocerá muy bien a todo el mundo aquí".
- "¿Está interesado en alguien en particular?" –me preguntó echándome una rara mirada, como si hubiera estado esperando que la conversación derivase hasta ese punto. Una vez más, tenía la sensación de ir por detrás, y no por delante.
- "No… bueno, no sé, estaba pensando, ya sabe, esta parece una ciudad peligrosa, y nunca está de más ir protegido, ¿me entiende?" –y, con un leve movimiento, dejé ver un magnífico revólver asomando por encima del cinturón. "Más de una dama habría tenido días mejores de haber llevado alguna de las preciosidades en su bolso de mano, si usted me entiende".
- "¡De modo que usted trafica con armas!" –constató, abriendo mucho los ojos. "Ya decía yo que se le veía alguien importante. Oh, pero vaya, intenta usted colocarme un arma y ni siquiera me ha dicho su nombre".
- "¡Ejem! Señorita, yo no he dicho que venda nada, sólo sugería que son estos unos tiempos muy oscuros" –no era cuestión de precipitarse ahora.
- "Claro, claro… creo que finalmente sí querrá hablar con el dueño" –y me hizo un gesto para que la siguiera hacia la barra.
Todo marchaba estupendamente. Lo había hecho cien veces, pero hoy era distinto, porque el premio podía ser doble. ¿Quién sabe? Una mujer así no puede dejarse pasar…
- "Ey Sid, quiero presentarte a alguien. Este es el Señor…"
- "Draven" –intervine. "Eric Draven".
- "Mucho gusto" –dijo, estrechando mi mano pero sin mostrar el rostro. "Yo soy Darth Sidious, ¿en qué puedo ayudarle?"
- "En qué puedo ayudarle yo a usted, en realidad" –dije con cierta petulancia. "Tengo entendido que puede estar interesado en alguno de mis juguetitos" –y volví a repetir el movimiento anterior, mostrando la culata de plata.
- "Ah, uh, ya veo. Será mejor que pasemos a la oficina, ¿no cree, Mr. Draven?"
- "Por supuesto. Los negocios son cosa seria" –corroboré.
- "¡Y entre caballeros!" –remató complaciente la hermosa joven que nos acompañaba. "Yo mejor les dejo solos llegados a este punto".
- "¡En modo alguno!" –protesté y, llevándome al Señor Sidious a un aparte, le convencí de que me permitiera negociar directamente con la bailarina, acaso para obtener beneficios mayores que los económicos. Los hombres, ya saben, siempre nos hemos entendido –y ayudado- en estas situaciones.
- "Desde luego que sí, amigo, pero tendré que guardar mientras tanto su revólver personal, ¿no le parece? Para no correr riesgos, ya sabe" –pidió.
Obviamente en aquellos momentos no era cuestión de regatear, y accedí a su, por otro lado, lógica petición. Ya en el despacho y a solas, abrí mi maletín mostrando una envidiable colección de pistolas, esperando, todo sea dicho, poder abrir algo más en los minutos siguientes. Un poco de champagne y la verborrea que me fue concedida al nacer hicieron el resto, y antes de hablar de dinero ya tenía mis manos en la cintura de aquella exótica belleza de las tierras del sur. Desbocado como estaba, no pude ni quise reprimir el instinto que llevó a mis manos a bajar, lentamente, hasta la cara interna de sus muslos, subiendo ahora por la rejilla de aquellas medias, hasta llegar a donde la piel desnuda, en contraste, me ofreció un tacto frío, duro y… ¿¡metálico!?
Antes de darme cuenta estaba contra la pared, con el brazo dolorido plegado sobre la espalda en compañía del otro, unidos al fin por unas reglamentarias esposas.
- "Queda usted detenido por venta ilegal de armas. Tiene derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que diga…" –la dulce voz de la falsa cabaretera seguía recitando la Advertencia de Miranda.
Después de todo, no iba a ser un día más.
Un clásico vapuleado, el salmorejo
Hace 1 semana
27 comentarios:
En tu linea. Yo pensaba que el poli sería él.
Muy bueno de verdad,no se me ocurrió que ella fuera a ser poli y el contrabandista de armas.. Lo vi tan caballero al principio que pensé que era un buen hombre..Besos
jejej que chulo, me ha gustado el tono de la conversación entre el contrabandista y la "cabaretera". Aunque el final me lo esperaba mas impactante...
un besito
:)
Se le acabó el amor... de tanto usarlo. El cazador cazado ;)
El diálogo de coqueteo, propio de gigolós de otro tiempo o tal vez, con matices, del Capitán Alatriste, el de Reverte.
el final... en tu linea.
Yo esto con Aïcha, el final más flojo de lo habitual (en ti me refiero. Para mi por ejemplo sería una obra de arte), pero el ambiente y el dialogo muy bueno, muy grande la forma de contarlo.
Pobre Draven. xDD
Las cosas nunca son lo que parecen, y no te puedes fiar de nadie ;)
Un besete moreno!.
Gracias por darme un papel así, nunca podré agradecerlo suficiente ;)
Me ha gustado mucho X. Buenos diálogos y ritmo sostenido.
Qué bueno!! pero hoy si que acerté...supuse que ella era poli, por qué? pues será que hoy estoy que me salgo!! jajaja o pura casualidad y suerte, de todos modos me ha gustado mucho.
Besitos.
Muy propio de ti el texto, me ha gustado ^^
un saludito!
Ainsss si es que nunca te fies de lo que esconde una mujer bajo su falda jeje
:)
Al leer lo de algo duro en la entrepierna me temí algo mucho peor, jajaja.
Fuera de coñas, muy bueno el relato amigo X
Muy bueno, no pensaba que ella fuera policia...tan genial como siempre!:D
Un muy buen relato, me encantó leerlo!
(Ahora, hacer el corto ;P)
¡¡Maya!! ¡Qué sorpresón! :D
Lo de Parsimonia no. :P
EED, desde que lo escribí he pensado que esa parte llevaba engaño, jajaja, un día escribiré uno con sorpresa en forma de mango jaja. :D
Xenia, es que estás que lo rompes, qué bien te sienta... eso. :D
Jorge, no hay nada que agradecer, que además acabas pringando jajaja. Quien sí podría agradecérmelo (y se me ocurren varias maneras) es la chica de la película, ummm, ella dice que me lee (a veces xD).
A todos, gracias, estoy en mi línea, sí, y eso que esto es de antes de Atlantis 2050, si es que empiezo a pensar que no sé hacer otra cosa. :P
Por listo!!!
Revisa el texto, q se hace incomprensible en algunas partes, puede ser muy bueno ;)
Eso no me lo dices en la calle.
Que inocente...si se la veía venir a leguas!! es que los hombres con las curvas os perdeis...
Bss!!
Invitame a un café, q yo lo pago ;P
vaya vaya... que bueno! enhorabuena!
Besos
Hola X aqui estoy echando un vistazo y me encuentro un blog muy sensual y genial..me gusto mucho, seguire pasandome por aqui con tu permiso...y gracias por pasarte por el mio...besos
Me ha gustado mucho mucho.
Eres un crack :P
He sido buenecilla. Lo que pido es barato :) pero difícil de encontrar..
¿Y tú, ya la has escrito?
;)
jajaja, este si que me lo olia un poco... no o me has sorprendido tanto como otras veces, pero gran relato!! la labia que tiene Eric Draven, dificil de superar... xD
Eso te lo digo donde quieras ;)
Por cierto, siento decepcionarte, pero sigo "jodiendo" la fiesta a los chavales, pq desgraciadamente en mi nuevo curro no me pagan (soy una becaria) asi q... lo de currar en la tienda todavia no tiene fin, q ya me gustaria a mi dejar en paz a la peña y que me dejaran en paz ellos a mi. Gracias por la aclaracion del principio q en su origen no lei, no se si pq no estaba o pq el ordenador de la charity es una castaña y no veia una mierda (tuve q subrayar el texto para poder leerlo, pq era imposible) De todas formas te envio un beso, por desagradable :P. (mis criticas siempre son constructivas, ya te lo dije en su dia)
Es curioso, lo había leido, creo, pero no lo recordaba, y ahora mismo no me acuerdo que impresión me dio la primera vez, pero esta segunda me gusto, jeje, así que la primera sería más de lo mismo (jejeje).
Ta muy bien ;)... ahora, yo si creo que has cambiado en tu estilo de escribir relatos, en muchos casos para mejor, pero este esta bien ;).
Que hagas bien las cosas, no quiere decir que te estes encasillando :P)
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