12/3/08

Finales

Luego se quedaba vacío. Si tenía muchos exámenes, se pasaba varios días estudiando y, cuando los terminaba, se encontraba raro, como si le faltara algo. Quería seguir haciendo cosas, de esas cosas me refiero, seguir estudiando, tener más exámenes. Se sentía desubicado, cambiaba tanto la vida de repente por algo tan simple como tener o no tener exámenes. Pasaba también con los largos trabajos, después de pasarse una semana buscando información y tres días dedicados a ello, lo entregaba y se acabó, a otra cosa. Y sentía que era injusto, porque no se puede desconectar así de rápido, sin embargo el antes y el después no es más que un instante.

Llevaba varios días preocupado con una exposición importante. Nunca le había gustado hablar en público, así que imaginad la situación. Cuando quedaba con sus compañeras para prepararla intentaba no pensar en ello. Se centraba en el trabajo en sí, en el recabar datos y repartir temas, contrastar versiones y ocuparse de su parte, idear qué decir y cuándo entrar, el orden... Se acercaba el día, crecía el pánico. No podía creer que tuviera que hacerlo. Ese día se levantó pronto. Miró la hora mientras se ataba los cordones: 07:45. En alrededor de dos horas, todo habría terminado. Estaba en casa, en su cama, como un artista en su camerino, no había empezado y en dos horas todo sería cosa del pasado. Pretendía relajarse con ello, pero esas dos horas había que vivirlas.

A las nueve estaba en clase, el primero en llegar. La gente iba entrando, su público, diez ya le parecían una multitud. Sus socias parecían más nerviosas que él, les transmitió los cambios de última hora. Empezó la función, la boca seca pero ya más tranquilo, no evitaba el contacto directo, los ojos de sus compañeros, hoy jurado, no le inquietaban. Como suele pasar, eso que tanto tememos acaba siendo un éxito, hubo aplausos, felicitaciones y reconocimiento. Se retiró con la satisfacción del deber cumplido a lo grande y, en un primer momento, lo mejor fue sobre todo que ya estaba hecho, que se acabó, ya había hablado en público, se acabaron los nervios.

Pero no salió de un estado como de embriaguez en todo el día. Seguía pensando en ello y lo demás no parecía tan importante. Se dio cuenta de que no estaba tan mal el proceso, que lo había disfrutado, había saboreado la consecución y ahora se sentía vacío. Saber que ya no tendría que hacerlo le turbaba, y empezó a tener miedo de lograr sus metas, advirtió que siempre le pasaba lo mismo, no importaba con qué, primero miedo, luego pasar por ello de todas formas y al final... nada. Porque justo cuando lo valoraba, justo cuando descubría todo lo bueno, era cuando ya había terminado. ¿Para qué volver a clase sin tener que exponer? ¿Para qué tomar apuntes si ya hizo el trabajo? ¿Para qué continuar cuando ya ha vivido el final?

¿Para qué enamorarse de nuevo?

12 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Es un problema bastante común el del vacío después del logro. La voluntad humana nos lleva a querer más, a buscar nuevos retos que, cuando se consigan, también nos dejarán infelices y vacíos, y así continuamente. Azorín intentó buscar la forma de acabar con esta espiral: anular la voluntad, tesis de su novela así titulada.

ardid dijo...

¿Será que nos tengamos que olvidar de todo para que pase otra vez? ¿O al menos para que olvidemos esa sensación de vacío?

Alas dijo...

El finalme ha dejado k.o.

Lo otro lo veo de lo más normal.Pero no te preocupes, en junio habrá más...

Besos

Girl From Lebanon dijo...

es cierto que cuando esperas una fecha o un acontecimiento, no ves el momento de que llegue; y cuando pasa (normalmente muy rapido), dices, y ahora que? y te quedas bloqueado, vacio. Bss.

Madame X dijo...

Incluso ese vacío del después es efímero, porque siempre hay un trayecto nuevo que recorrer.

Una sonrisa de escorpión a escorpión.

X

Zurda dijo...

Pues a mí me encanta la sensación de vacío de después de un examen...

Casi libertad. Es reconfortante.

Kane dijo...

Lo mejor siempre es el proceso. Cuando lo tienes pierde toda la gracia.

Gran final.

chiisana dijo...

Ese vacio es el que nos empuja a buscar nuevos retos.

Santiago dijo...

Da mucho que pensar el texto.
Dios mío, creo que yo me quedo contento en mi vacío.

Será cuestión de cada uno o_O

claradriel dijo...

Para qué volver a enamorarse??

Me apunto al club de los escépticos, o miedosos.

lunari dijo...

Muy buen relato!


Una vez leí un proverbio oriental que decía:

"Lo importante de la taza es el vacío que lleva dentro."

Anónimo dijo...

La última frase me ha desconcertado.
¿Cómo se vincula con el resto del texto? Quizá harían falta unas poquitas palabras más que aclararan el conjunto, aunque desconcertar es fantástico.Provoca una reacción en el lector y eso es lo más importante.
Interesante ...